TIEMPO DE PROPÓSITOS, TIEMPO DE COMPROMISOS






El fin de año se vuelve para muchos un tiempo para detenerse, revisar, limpiar, proponerse y comprometerse a hacer mejoras en la vida. Y así vamos haciendo limpieza en nuestras vidas, arreglando nuestros cuartos, pidiendo  perdones, reencontrándonos con el que se había alejado, viendo al pasado pero con el compromiso de que el año nuevo sea mejor.

Algunos vamos con algunos rituales a las cero horas del primer día del año: comer doce uvas, poner doce velas encendidas, naranjas bajo la cama, etc. Ponemos en lo exterior lo que deseamos en el interior.

En general parece buen tiempo para detenerse y reflexionar sobre la vida que llevamos, tomar en cuenta los errores, los aciertos, tomar fuerzas, mantener el rumbo o definitivamente hacer un giro.

Vamos primeramente a ordenar nuestras formas de proponernos esos cambios:

Si no estamos en condiciones quizás mejor no tocar nada por el momento. Puede que nos gane la tristeza de la ocasión, deprimirnos por lo pasado o espiritualmente hablando caer en una desolación del espíritu (sentir que Dios está lejos). En estos momentos, como bien nos lo dice San Ignacio de Loyola: “en tiempos de desolación, nunca hacer cambios”. En lugar de esto, mejor ocuparnos por salir de este estado y mejorar en nuestro espíritu de lo que nos aleja de los demás, lo que nos aleja de Dios.

Si hemos alcanzado una situación estable, entramos con ánimos y mucho fervor, también es de medirse. Tal vez nos sintamos con mucha energía pero un propósito por mes podría ser mucho y poco realista, tomando en cuenta nuestras capacidades y los contextos en que nos movemos, a menos que sean cosas pequeñas y alcanzables en poco tiempo, aun así, somos seres de hábitos y necesitamos tiempo.

Podemos empezar por lo externo, la limpieza, sacar lo que ya no usamos, desprendernos de lo material, cambiar la forma de nuestros espacios, ordenar nuestras cosas: juguetes, ropas, libros, etc. Todo aquello que podría seguir siendo una carga o que me obstruye el futuro.

Podríamos hacer un listado de cosas que queremos mejorar, algunas posiblemente ya las intentamos, pero sería de replantearlas y siempre tenerlas en cuenta.

Dependiendo de nuestras urgencias y prioridades, se pueden ordenar nuestros propósitos y lo mejor sería elegir algunos tres, los que creemos que son posibles de cumplir, que tienen las condiciones y que realmente ayudaran a nuestras vidas y posiblemente a los que nos rodean. Podrían ser respecto a nuestras familias, el trabajo, amistad, etc. Posiblemente una de cada aspecto, eso podría ser a elección según como lo necesitemos.

No estaría de más compartirlas con alguien cercano, que sea nuestro apoyo y quizás garante de esos acuerdos con nosotros mismos. Podríamos también escribirlas y guardarlas en un lugar que nos lo recuerde el resto del año.

Al final lo importante, si nos sentimos responsables de nuestras vidas y de nuestra realidad, será lograr hacer cambios que nos beneficien, que nos llenen, que nos fortalezcan, personal, espiritual y socialmente.

Sabemos que el año que viene no será igual, que podemos hacer la diferencia y todo depende solamente de nosotros mismos. Para los que creemos, también podemos tomar otra cita de San Ignacio: “Poner todos los medios como si todo dependiese de uno, pero confiando totalmente en Dios, porque todo depende de El”

De mi parte, ya cuento con los míos. Espero cumplirlos, al final se sabrá.

 Feliz año 2013

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