LOS REENCUENTROS DE FAMILIARES DESAPARECIDOS EN EL CONTEXTO DEL CONFLICTO ARMADO*
El trauma extremo de la
desaparición forzada que se vivió en el conflicto armado conllevó una serie de
dificultades a lo largo de toda una vida y pasa por muchas etapas, emociones y
procesos. Los familiares, en aquel momento no se imaginarían volver a
encontrarse con el niño/a que les arrebató la guerra. Luego vinieron muchos
años de búsqueda, de recuerdos dolorosos, de culpas, de frustración y de no
tener noticias.
El momento de la
pérdida se congela; se imaginan siempre el niño, al bebé y todo es siempre como
que fue ayer. Así llegan a poner su denuncia, con nombre, relato, sin fotos. Sólo
con el recuerdo doloroso y con algunas posibles ideas del rumbo que pudo haber tomado
en esos días del conflicto. Tampoco hay certeza de que el/la desaparecido esté
con vida, la incertidumbre es grande y es más angustioso. Una madre siempre
espera saber de sus hijos, estén vivos o no, literalmente una de ellas dice: “aunque
sean los huesitos” pero “¿saber dónde está?”.
La etapa de
investigación en su última fase, se expresa la fuerte sospecha de la ubicación
del niño o niña y que coincide tanto en el relato, como en parecidos físicos.
Ya ésta noticia causa un efecto de esperanza y cierta expectativa positiva, es
bastante arriesgada pero se tiene que hacer para poder tomar la muestra de ADN.
Cuando se llega a este momento ya debe haber bastante certeza del hallazgo.
Encontrar fotos es bastante importante, y aunque no da una certeza pueden verse
algunas coincidencias que ayuden al caso.
La familia se vuelve a
encontrar con el dolor, con los recuerdos duros de la guerra, pero ya con un
imaginario positivo de reencontrar a su ser querido. Vuelve la ilusión a surgir
y hasta la vida para algunas madres. Para el localizado también es difícil,
pero muchas veces una necesidad de encontrar su raíz, su identidad, su verdad;
saber de qué familia venía, lugar donde nació, su verdadera fecha de
nacimiento, cómo desapareció, etc. A veces el impacto es tan grande para ellos
que deciden no reencontrarse o esperar un tiempo para asimilar la noticia, ya
que es muy fuerte la impresión, no se lo esperaban y tampoco que fuera tan
doloroso volverse a encontrar con su historia. Si están en el exterior del país
todo su contexto ha sido totalmente diferente (lengua, cultura, etc.) y es un choque bastante fuerte.
Si el análisis de ADN
es “positiva”, la visita por parte del investigador para dar el resultado va
acompañada del psicólogo. De esta manera se hace ya el contacto familiar.
Primero desde investigación se da la gran noticia y luego se pasa a explicar el
proceso de organización del reencuentro, si todos tienen una disposición a
realizarlo.
Cuando se tiene el
tiempo suficiente se puede ayudar a procesar la idea de la localización
sabiendo que puede haber cambios físicos, anímicos o de relaciones, tomando en
cuenta todo el tiempo que buscaron, que fueron lastimados, que mantuvieron la
herida viva. Ahora es tiempo de restaurar, de reencontrarse, de abrazarse.
El momento del
reencuentro entre familiares desaparecidos víctimas del conflicto armado es
algo realmente impactante, emocionante, intenso. Es una experiencia, que decía
el Padre Jon Cortina que es comparable a la escena Bíblica de la Resurrección
en el cristianismo, se creía que estaba muerto y lo han vuelto a ver, a
encontrarlo, está vivo![1].
El reencuentro se
espera que sea un momento especial, no uno cualquiera. La familia se reunirá,
vendrán de varios sitios del país y así como los grandes eventos de la vida,
será un momento de festejo. Se prepara la casa, la presentación, los alimentos
que se compartirán. Es la familia quien prepara, mientras que en este caso la
CNB acompaña, apoya en todos los preparativos.
El lugar es muy
importante, muchas veces no fue donde vivía cuando desapareció, estos lugares
son inhabitables a veces o se ha repoblado por otras personas. Ahora es el
lugar donde viven sus padres, hermanos u otros familiares; donde están aquellos
que lo buscaron o que heredaron la búsqueda. Ese será el lugar para recibirlo,
para darle el primer abrazo luego de tantos años.
El o la localizado/a
llegará posiblemente con la familia que lo ha criado o la familia adoptiva.
Ellos serán el apoyo en este momento crucial de su vida.
El momento del abrazo
no sólo es la alegría de abrazar de nuevo a los seres queridos, a los de su sangre,
es también reivindicar la memoria de todas las víctimas en la familia, honrar a
los asesinados, a los sobrevivientes, hacer sentir a la sociedad que lo relatado
fue real, que el sufrimiento extremo fue real.
Volver al seno familiar
del que no tenía que haber sido separados o que salieron de manera forzada, no de la
manera que lo hizo hace que el llanto fluya normal, y está presente en
todos los que son testigos de ese momento tan íntimo de la familia, conecta con
todos los sentimientos de perdida, de alegría, esperanza, confianza,
seguridad,…
*Artículo publicado en la revista Re Cordis de la Comisión Nacional de Búsqueda de niños y niñas de El Salvador
*Artículo publicado en la revista Re Cordis de la Comisión Nacional de Búsqueda de niños y niñas de El Salvador
[1]
Sprenkels, R. Entrevista con Jon Cortina. Caminar con el Pueblo. Grup
Solidaritat Jon Cortina. Ediciones Populares, San Salvador, 2009.
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