DESIDEOLOGIZANDONOS



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En El Salvador, luego de tantos años de lucha armada y de que cada uno se identificara con uno u otro bando, es difícil tener una postura y que no lo encasillen en derecha o izquierda y en el peor de los casos no ser nada.

Ha sido difícil, para el que se lo ha propuesto, quitarse los colores ideológicos y tener un verdadero criterio ahora viendo que muchos de los problemas que tenemos van más allá de eso y que así como hay aciertos hay errores tanto en uno u otro lado.

Para otros quizás por beneficio o intereses propios, es más fácil mantener las posturas aunque no sepa mucho lo importante es identificarse y seguir los planteamientos de otros, dejarse manipular.
La desideologización, una palabra complicada hasta para pronunciarla, no digamos para entenderla y procesarla, hacerla parte de nuestros cambios y mejorar nuestras vidas como sociedad. La práctica de conocer la verdad en un mundo de desinformación, con medias verdades y mentiras hace difícil la tarea.

Martín Baró[1] decía que era un “proceso de desenmascaramiento de un "sentido común" que justifica y viabiliza subjetivamente la opresión de los pueblos”. Es decir que es como un velo que no deja ver la realidad tal y como es, que nos hace “normalizar” la vida aunque esta sea injusta o difícil para las mayorías.

La violencia y la pobreza, es un binomio de problemas muy complejo que ya sólo falta decir que debemos acostumbrarnos, dejarnos morir de hambre o ser asesinado en este país. A nivel político no hay una postura común respecto a uno y otro, es difícil aportar soluciones ser gobierno y ser oposición ya son vistos por igual no por ser parte de soluciones, sino por perder el tiempo en sus propias posturas ideológicas que arrastran a las mayorías y que no aportan en nada a un proceso liberador.

Desde las bases históricas de los acuerdos de paz, deberíamos de empezar con lo no concluido de esas mesas, ver cómo tener un sistema económico que sea justo, incluyente y que promueva el desarrollo.

A pesar de los cambios de gobierno, ese “sentido común” se mantiene a favor de la injusticia, y del poder de unos pocos y que lo único que está creando es muerte en los sectores más desprotegidos. 

Desde el trabajo psicosocial que es desde donde lo muestra y lo aborda el padre Martín- Baró, un quehacer desideologizador requiere que la psicología social como una herramienta:

a) “Asuma la perspectiva de las mayorías oprimidas”. Dejar nuestras comodidades para escuchar el pensar y sentir de la población, “aunque sea de paso”. No podemos quedarnos ahí fijos con los libros, las cátedras, las ponencias, etc. Es importante salir, tomar conciencia de la realidad con nuestra propia experiencia.

 b) “Desarrolle investigaciones sistemáticas sobre la realidad de esas mayorías”. En este punto quizás los más académicos en las universidades tengan que exponer sus proyectos en los que sean voz de la gente y den a conocer el pensamiento colectivo, hacer investigaciones no sólo de coyuntura sino también de los procesos que se están llevando a cabo en las comunidades sean estos positivos o de denuncia de lo mal que pueden ir las cosas. Es reflejar la vida en datos y entendernos mejor como sociedad.

c) “Utilice en forma dialéctica ese conocimiento, comprometiéndose en los procesos históricos de liberación popular”. Por último, el compromiso debe ser efectivo con los cambios, llevar a liberarnos de lo que nos ata para hacer las transformaciones necesarias, sin miedo, sin manipulaciones buscando la verdad y una mayor justicia y así forjar nuestro propio camino.

Por nuestra historia y lo que nos ha marcado, este camino no es nada fácil sobre todo cuando no se ha dado un verdadero reencuentro entre salvadoreños luego del conflicto armado, una verdadera reconciliación. Por el contrario la polarización ha sido parte de nuestra vida cotidiana. Pero debemos tomar conciencia que la desideologización tendrá que ser un paso previo a construir una agenda de país, donde temas como la pobreza, la violencia necesitan de cierta unidad y establecer un camino común, aunque quizás dependiendo de quien dirija cambie de estilo, pero no de metas. Pongámonos ese compromiso, veamos la realidad tal como es y las soluciones podrían fluir para alcanzar un mayor bienestar entre salvadoreños. 

La tarea del psicólogo se debe dirigir en primer lugar a develar aquellos dispositivos ideológicos que hacen del conocimiento otra forma más de sometimiento y control”. Padre Ignacio Martín-Baró SJ

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[1] Martin-Baró, I. (1985) La desideologización como aporte de la psicología social al desarrollo de la democracia en Latinoamérica

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