TRISTEZAS Y ALEGRÍAS 25 AÑOS DESPUÉS DE LA FIRMA DE LOS ACUERDOS DE PAZ EN EL SALVADOR
Hace 25 años estaba estudiando ingeniería, que por cierto fue algo que fue difícil entender que no venía a este mundo para algo tan técnico. Pero tuve tiempo para alegrarme, para festejar ese momento tan grande para el país.
Pensaba en ese momento, con mi juventud en pañales, que me había salvado del reclutamiento forzoso, que ya no habrían más balas, que habrían nuevas oportunidades, que podríamos buscar libremente a mi hermano desaparecido, pensaba que quizás aún hasta lo podría ver en la plaza Barrios celebrando, en esa plaza donde ondeaban las banderas y la imagen de Monseñor Romero.
Nunca me imagine lo que vendría, y que toda mi preparación académica, humana y espiritual me haría comprometerme con la paz con tanta decisión y sentir ese compromiso con mucha intensidad.
Después de haber dado ese gran salto al cese al fuego y ser un ejemplo de país para el mundo, fue como dormirnos en esos laureles y esperar que la paz se diera por añadidura. Las nuevas instituciones empezaron a trabajar, la nueva Policía nacional Civil, la Procuraduría de Derechos humanos entre otros daban paso a nuevas condiciones de relacionarnos, de respetarnos de ver el país con ojos de esperanza.
Nos olvidamos rápido que había que reconstruirnos desde nuestro corazón, hacer un mejor sistema de justicia, de crear mejores formas de distribuir la riqueza, de seguir buscando la verdad de muchos delitos cometidos, nos olvidamos de la niñez y juventud. Según leí una vez, fue en esos años que más personas emigraron a Estados Unidos,.Desde el primer momento empezaban las contradicciones.
Este día me sirve para ver lo recorrido, a nivel personal puedo sentirme satisfecho de haber tomado las mejores decisiones y tener en este momento de contar con una familia, de seguir en El Salvador y de tener un trabajo en el que puedo ayudar a esa reconciliación necesaria y aun pendiente en nuestro país. Sin duda el acompañamiento a familias sobrevivientes del conflicto armado, aunque sea un trabajo con el dolor, con la memoria y con muchas emociones, es algo que puedo hacer con mucho corazón y sabiduría, más allá de los libros es la calidad humana con la que se puede tratar el tema y los que lo padecen. Espero hasta que se me de la oportunidad, seguirlo haciendo con mi mayor esfuerzo y seguir dando esperanza a un país desesperanzado. Esta semana iniciamos las exhumaciones de este año, entre ellas un grupo de niños posiblemente masacrados en Arcatao. Las heridas siguen abiertas y tenemos que desenterrar el pasado para construir un mejor presente con verdad y justicia para Todos.
Este día, en los últimos años es cuando más pesimismo, amargura y descontento se siente en el ambiente. Todo lo contrario a reafirmar nuestro compromiso por la paz y a reflexionar sobre el aporte de cada uno de nosotros como salvadoreños a la construcción de un anhelo. No tener paz no es sólo porque seguimos teniendo muertos en la calles y quebradas, sino también porque no hay trabajo, porque el que hay es de mala calidad, porque no hay medicinas ni doctores y la salud sigue siendo un privilegio de pocos, no tenemos paz porque la educación no hace que lleguen más jóvenes a la universidad, porque las cárceles siguen teniendo a un gran porcentaje de pobres, algunos encarcelados injustamente, nos falta paz porque siguen saliendo nuestros hijos para el extranjero...
Muchos dieron la vida por la guerra, es tiempo de dar la vida por a paz y la justicia. Ahora ya no es de dar un paso al frente, sino a un lado y dejar que las nuevas generaciones tomen las riendas de este país. El relevo generacional debe darse y abrirse a nuevas ideas sumándonos cada uno desde lo que hace.
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