Acompañemos a la Familia con Desaparecidos



"Solamente quien vivió o vive esa tragedia puede saber explicar lo que en verdad siente. Los familiares nos volvemos tan impotentes, pero hacemos todo lo que las fuerzas nos da para encontrarlos. Cuando buscamos ayuda a las instituciones, que deberían ser los primeros en apoyarnos, recibimos palabras, frases groseras: en algo andaba, se fue con su novia, ya va aparecer, para qué lo busca, debe esperar setenta y dos horas, no nos toman el caso" (palabras de una madre de desaparecido)..

La desaparición forzada como ya sabemos es una de las experiencias más difíciles de la vida para una familia. Solamente quien pasa por esa experiencia puede saber y a veces no puede explicar lo que está sintiendo. También nos afecta a todos los que estamos cerca y muchas veces no sabes qué decir o hacer frente a esta situación. Lastimosamente lo vivimos en la guerra pasada y el fenómeno continua, con sus variantes ahora en la pos guerra.

Quizás una de las cosas de las que sufrimos es de impotencia y si logramos hacer o decir algo a las familias es muy probable que también hagamos daño. 

Cuando ya no vemos a la persona en la colonia o en la comunidad en su cotidianidad, de seguro la familia que padece la desaparición tendrá mucho dolor, miedo de hablar, se aíslen entre otras dificultades. Lo menos que quieren es que le pregunten ¿dónde está? ¿Y qué se ha hecho? o algún comentario parecido. Las familias en el mejor de los casos contará una versión distinta para protegerse pero lo general será evadir o guardar silencio.

La  lentitud del trabajo de instituciones encargadas de buscar y la necesidad de prontas respuestas hacen que se busque soluciones en consejos "mágicos" que muchas veces sales caros, por el costo de los que hacen estas prácticas, por las falsas expectativas, por las pistas engañosas que me hacen perder el verdadero rumbo de una investigación profesional que en algún momento darán sus resultados. Brujos, horóscopos, lectores de la palma de la mano, etc. Dañan y recomendarlos hacen que se desvíe el proceso que se está viviendo. 

Otro elemento que causa mucha ansiedad y descontrola a los familiares es que les digan que "lo han visto en algún lugar" o "que vieron a alguien parecido". Cuando no se sabe ni la historia de la desaparición. No es responsable hacer estos comentarios porque también se juega con la expectativa y el dolor se incrementa. Pensamos que ayudamos dando alguna pista falsa porque le puede dar esperanza o una alegría momentánea.

Un desaparecido no es sinónimo de muerte, no se sabe la verdad de lo que le ha pasado y se está en la incertidumbre, en la frontera de la vida, sin saber lo que pasó en los últimos momentos que se vio a esa persona. Que ya le digamos que ha fallecido sin tener una señal de sus restos o testimonios probados de la muerte, también mata la esperanza de los que buscan que siempre tendrán una posibilidad de vida, hasta que se pruebe lo contrario. 

En general se debe ser cuidadoso con la palabras si queremos apoyar, respetar el silencio y el espacio que quiera tomar la familia en el caso. Una desaparición mueve toda la estructura y funcionamiento de la familia, la desintegran, la hieren de gravedad, es una preocupación que se desborda que no se sabe qué hacer con la vida, a quién acudir, en quién apoyarse, un panorama sin precedentes. Al que nosotros que les conocemos  debemos acercarnos con mucha prudencia y solidaridad, ponerse a la disposición al menos y aún en el silencio hacer sentir nuestra compañía.

En El Salvador tuvimos desaparecidos por el conflicto armado, donde fue una práctica para reprimir el pensamiento crítico de la época, ahora la inseguridad retoma ese daño contra la familia y por otra parte la migración cobra también sus víctimas en el trayecto hacia una "mejor vida" en Estados Unidos. En cualquier caso, la familia que lo padece está expuesta a seguir siendo re victimizada por los que estamos alrededor.

Cada caso de desaparición es una historia distinta, no podemos comparar ni decir que lo siente, porque sólo el que lo vive sabe de verdad lo que está pasando. Es muy triste que aún tengamos que seguir denuevo este camino, por estas experiencias, pero es herencia de la impunidad, la falta de verdad que la historia nos va dejando y que aún no podemos resolver como sociedad. Esperemos que un día disminuya o se elimine esta forma de hacer daño a nuestras familias en El Salvador.  



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