El año sábatico
Luego de casi ocho años en un trabajo del que todos me decían que era lo mejor para el país pero que era algo muy difícil, si se siente la satisfacción pero también se va resistiendo en un desgaste sistemático en el que ya poco podía hacer el auto cuido cotidiano.
Los primero signos fueron el estrés y la presión arterial, luego ya la poca capacidad con las interrelaciones laborales que se tornaban desgastantes. Un medio con mucha toxicidad en el que se abandona la lucha de corazón para pasar por la lucha de intereses. Algo que ya no iba conmigo y que sobre todo tenía que ser consecuente con mis principios. Ya eran puntos para ir cerrando un proceso en el que ningún profesional de la psicología ha hecho hasta el momento, el acompañamiento psicosocial a familiares de desaparecidos en el conflicto armado interno.
La decisión fue difícil, pero definitiva y eso ayudó a planear un cierre sobre todo con las personas que lo necesitaban, que confiaron en mi siempre, que tenemos un cariño mutuo y que les debía todo mi respeto. A las personas que no me hizo falta también un cierre, decirles lo que me había costado entregarles todo para hacer lo mejor posible el esfuerzo y luego sentir la deslealtad, la mentira y el poco amor a tan honorable misión que se les había encomendado. Fue muy triste esa parte pero también un gran aprendizaje que espero ya estar superando.
Ahora se cumple un año de esa decisión y puedo decir que me voy recuperando. Lo que para otros fue un año perdido, para mi fue un año de ganancia moral, espiritual, familiar y sobre todo personal. Dedicarme a mi mismo ha sido de lo mejor y sobre todo manteniendo la coherencia con mis principios. Luego de año y medio de gobierno, doy gracias de no pertenecer más a eso que está destruyendo el país, que mata la esperanza y estanca un esfuerzo de muchos años.
A mis 49 años, no se cuanto me falta por vivir pero creo sentirme más fuerte que hace mucho tiempo y estoy listo para lo que pueda venir, espero todo sea mejor.
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