Don Rigo
Don Rigo, así le decía yo a mi suegro Rigoberto Martínez Lovo (QEPD), con todo respeto dándole su lugar como pilar de la familia Martínez Rivera junto a su esposa Irma.
Recién nos dejó en cuerpo este 29 de octubre pasado y que en un año de Covid-19 no fue esa la causa de su fallecimiento, lo que dio oportunidad a vivir todo el proceso de duelo tal y como él lo pedía, así como fue en vida, con mucha alegría.
En medio de todo lo malo de este año, se tuvo la oportunidad de acompañarlo en estos últimos cuatro meses junto a mi familia, lo que nos permitió acentuar todo lo que lo conocía en estos 22 años.
Un hombre calmado, analítico para resolver problemas esperando siempre lo bueno de los demás porque él así pensaba. Dando mucha confianza, con bromas, consejos, palabras apropiadas para el momento que uno estaba viviendo.
Siempre admiré de él que a pesar de lo duro que había sido la vida como quedar sin madre desde niño y su padre en la juventud, así como muchas otras él nunca sufrió de amargura o deshumanización. Dentro de sus últimas conversaciones conmigo siempre recordaba la generosidad de su papá con los que más lo necesitaban y esa fue otra característica importante de don Rigo, compartir calladamente, sólo dar aunque a veces ni tenía o con lo poco.
Gracias por su fe, por la confianza, por su sabiduría, que sus nietos también sigan esa generosidad y alegría para hacer de este mundo algo más especial. También gracias por su familia que trataremos de continuar su legado más allá de lo material. Un abrazo hasta el cielo, siempre tiene un lugar especial en mi vida don Rigo.
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