Amor fraterno

 




Luego de los vínculos padre-madre con los hijos e hijas, los lazos más importantes en la vida de una persona son con los hermanos y hermanas. Aquí se encuentra mucho de la personalidad de todos nosotros y también de los conflictos que enfrentamos tanto en nuestra familia y luego en la vida social.

En mi trabajo me tocó analizar mucho estos vínculos, cómo se rompieron, los conflictos que se mantuvieron con el tiempo y lo que se logra luego de que un desaparecido recupera a su familia, incluyendo sus hermanos y hermanas. Con padres, madres o sin ellos a veces la identificación entre hermanos ha sido muy fuerte y se logra más apego.

En el caso personal, lo tuve claro desde siempre, no fue necesario estudiar psicología para sentirlo y tanto así que siempre supe que lo mejor al formar una familia era que no podía tener hijo o hija única. La experiencia de hermanos es única y enseña tanto para la vida.

Entre los hechos que marcaron mi infancia, mi vida, mi desarrollo fue la perdida de mis hermanos y aunque me llevaban años de diferencia (10 y 8), yo con apenas 10 años tuve que empezar una vida en solitario, a valerme por mi mismo y no tener a nadie de referencia para que me fuera diciendo, "si esto es normal", "ya pase por esto", así que tengo pocos recuerdos y son de esa etapa feliz con los que pude convivir con ellos. Si por algo me gusta donde nací, (Apopa) es por esos recuerdos malos o buenos ellos ahí estaban, eramos cinco en la familia y estábamos juntos.

De mi hermano mayor ya he escrito, pero de mi hermana creo que por el hecho de seguir con su vida aún no lo había hecho. De ella me despedí el 1 de diciembre de 1981. En enero de ese año tuvimos la primera ofensiva y luego de eso mucha persecución política, masacres en el campo y en la ciudad el escuadrón de la muerte hacia de las suyas. Yo iba a cumplir los 10 años, pero sabía que los jóvenes estaban en peligro y que nosotros como familia también estábamos en peligro.

Yo no supe lo que pasó ese día, pero recuerdo que llegamos a la terminal de occidente y se iba por tierra a los EEUU. Siempre sentí ese día muy triste, no se que tanto pero a mi me regalaron un juguete al regreso, eso creo que me distrajo. A los días supe que había llegado con bien y que empezaba su vida en ese nuevo país.



Los mejores recuerdos con mi hermana aparte de algunos sorbetes que comimos juntos, siempre recordaba cuando empecé mis letras y que me ayudaba en los estudios, a leer, a escribir, las matemáticas, luego veía también que ella era buena estudiante y muy inteligente. Me ilusionaba luego lo que ella estudiaba y veía algunas cosas de sus materias creo que algo de pedagogía. Siempre me gusto su sonrisa aunque también que se enojaba y andaba mucho en su mundo de juventud. Creo que también me gustó escuchar música temprano por andar con ella. Mi última etapa de la niñez creo que fue muy influenciada por mis hermanos y especialmente Marisela, creo que siempre fue mi referente a la hora de estudiar, de hacer bien las cosas y de esa fuerza de juventud. 

Luego me vino la adolescencia y entrada de la juventud y sin duda me hicieron mucha falta. Ella que aún estaba presente aunque a distancia no tenía los medios para al menos comunicarme, aunque cuando ella nos visitaba siempre era un reencuentro con la hermandad y cercanía. El reencuentro definitivo creo que fue cuando me case, ella y su esposo fueron nuestros padrinos que aún sin conocer mucho su vida de pareja y de familia sentía que era un buen ejemplo para que fueran mis testigos en ese gran paso que daría en mi vida.  

Al irse mi hermana no me sentí privilegiado de quedarme, al contrario empecé un camino de soledad, de relación con mis padres como acompañantes, alejado de un mundo aún de mucho riesgo, sobre protegido ante todo. Aun así logré ir construyendo mi espacio con una mirada fija en mis ideales, entre ellos mi hermano y mi hermana mayor, ellos ya habían marcado el camino y a veces como una competencia tenía que lograr igualar o hasta mejorar lo que ellos habían logrado, así me tocaba competir con los que ya no estaban. 

Nunca llene expectativas, no creo haber igualado a mis hermanos. Pero si tuve un sendero que seguir y a encontrarme en mi propia identidad. Me aleje y pude seguir mi propio camino con sueños, capacidades, limitaciones propias. 

Hasta ahora no los dejo de admirar, mi hermana mantiene un gran corazón, deseo de aprendizaje, inteligencia, seguridad en si misma, buen humor, carácter y muchas cualidades más de las que sin duda algunas comparto. Parte de mi herencia por venir de la misma raíz familiar. Sigo orgulloso de ella y espero comencemos una nueva vida juntos, reconociéndonos y apoyándonos. Un día nos pelearemos como buenos hermanos pero sin duda tendremos espacios para el perdón.

Te quiero mucho Mari. Tu lugar es una luz que ca siempre conmigo.





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